lunes, 6 de abril de 2009

He de salir

...
Dónde fueron a parar las ganas de sobrevivir
a los tiempos más amargos que se puedan merecer
...


La estrofa anterior pertenece a 'He de salir', una de mis canciones preferidas de Carlos Goñi o, lo que es lo mismo, Revólver. Esta estrofa resume en pocas palabras como me siento en este preciso momento de mi vida. Después de una de las desilusiones más grandes que me he llevado nunca, se me acabaron, al menos momentáneamente, las fuerzas para seguir con los brazos en alto, dando guerra en este mundo que cada vez me viene más y más grande. Simplemente, me quedé sin gasolina.

Creo que fue hace unos días cuando dejé atrás la Fase Uno y entré de lleno en la Fase Dos. Después de llorar todo lo que tenía que llorar, se me acabaron las lágrimas. Así sin más. Sigo pensando en ella y anhelándola, obviamente. Esto no cambiará en muchos, muchos meses. Lo sé porque ya lo he vivido antes. Seguiré alegrándome como un idiota cuando la vea, y viniéndome abajo cuando me toque volverme a casa solo, como siempre. Falta aún más de mes y medio, pero ya empiezo a temerle al parón veraniego...

La Fase Dos, por llamarle de alguna manera, es cuando uno mismo empieza a retroalimentar el proceso, haciendo más grande la bola. Hubo un factor externo que prendió la llama y, ahora, es uno mismo el que, sin querer ni poder evitarlo, la aviva. Avivas la misma llama que te está quemando las entrañas.

La avivas pensando que quizás, si fueras de otra manera, las cosas hubieran sido muy diferentes en tu vida. Ahora, pero mucho antes también. Ser menos tímido. Tener los mismos gustos que tiene todo el mundo. Pensar menos las cosas. Tener un aspecto físico menos desagradable...
Al final, acabas pensando que, en el fondo, te mereces lo que te ha pasado. Que eres un perdedor nato y que, como tal, has tenido tu ración de destino. Cuando no te queda autoestima, todo acaba siendo culpa tuya. Eso hace que te desprecies aún más, cerrando el círculo.

La avivas pensando en el futuro. En el negro futuro que te espera. No soy capaz de imaginarme feliz dentro de unos años. Simplemente es que no me sale. Imagino una vida mediocre, la misma que llevo ahora. Y solo, como siempre he estado. La verdad es que es lo que más miedo me da, la soledad. Si es no deseada, se convierte en uno de los peores tormentos imaginables. Se te mete dentro y te corroe hasta dejarte inservible, una sombra de lo que fuiste.

La avivas, también, cuando haces balance de lo que has vivido hasta hoy. Del tiempo perdido en todas las cosas sin sentido que has hecho y que no te han aportado nada, de todas las cosas que no has hecho y que sabes que sí que te habrían llenado. De toda la gente a la que conociste y que te podrías haber ahorrado, y de toda aquélla a la que no te dejaron conocer. De que no has hecho nunca en tu vida nada que merezca realmente la pena, algo de lo que sentirte orgulloso o satisfecho. De que lo mejor ha pasado ya, pero tú no te has enterado.

Después de tantos años solo empiezo a notar seriamente la corrosión. Cada vez me cuesta más todo. Las cosas no son tan fluidas como antaño, será que la edad tampoco es la misma ya. Cuesta más levantarse cuando te caes. Cuesta más no caerse... Acabo con otra de las estrofas de la canción que da título a este post. Espero no naufragar del todo esta vez... por favor, sólo déjame salir.
...
Será sencillo verme naufragar contigo o sin ti
abre bien la puerta he de salir
...

No hay comentarios:

Publicar un comentario