sábado, 28 de marzo de 2009

The trick is to keep breathing

Mantener la cabeza a flote para intentar seguir vivo, y esperar a que lleguen tiempos mejores. Maybe I'll get what I want the next time around... Fácil de decir, no tanto de creer...
Garbage - The trick is to keep breathing

lunes, 23 de marzo de 2009

Tan cerca, tan lejos

Es la traducción, invertida, del título de una canción de U2: 'Stay (Faraway, so close!)'. Es una de mis canciones preferidas, y la que más me gusta de ellos. Más, incluso, que 'One', que ya es decir.
Nunca le había puesto especial interés a la letra, hasta esta noche. Ha sido una grata sorpresa comprobar que está completamente a la altura del resto.

El vídeo de la canción está basado en la película 'El cielo sobre Berlín', de Wim Wenders. Trata de unos ángeles que pueden saber lo que piensa la gente. Pueden saber sus miserias y carencias, e intentan infundirles esperanzas para que sigan adelante. Pero resulta que, vaya por Dios, uno de esos ángeles quiere experimentar lo que experimentan los mortales a los que trata de cuidar. Quiere saber lo que es sentir, tocar, amar, sufrir. Para ello no duda en renunciar a su inmortalidad. La certeza de que morirá, a cambio de la posibilidad de vivir.

If I could stay, then the night would give you up.
Stay, and the day would keep its trust.
Stay with the demons you drowned.
Stay with the spirit I found.
Stay, and the night would be enough.

A raíz de lo pasado en estos últimos tiempos, cada vez tengo más la sensación de ser uno de esos ángeles, condenados a ver las cosas desde la distancia, a no ser nunca el protagonista. Condenado a ver pasar el tiempo delante de mí, a ver como los demás lloran y ríen. Pero yo no puedo ni reír ni llorar. Sólo ser espectador.

Tenerla a tocar, pero saber que es inalcanzable.
Tan cerca, pero tan lejos.

martes, 17 de marzo de 2009

Y en su estela estabas tú

Estoy cogiendo el sano hábito de escribir cuando veo que la cosa se pone realmente fea. Hasta que empecé este blog, la alternativa era tumbarse en la cama, apagar la luz y dejar pasar el tiempo. Mala solución cuando uno tiene tantos demonios interiores en pie de guerra. Esos días acababan muy pero que muy mal. Así fue durante la Gran Depresión, y así me lució el pelo por aquella época.

Justo antes de empezar a escribir esta entrada he estado a punto de volver a las andadas. Por eso esto que leéis ahora. Digamos que éste es un post de emergencia en el blog, con luces y sirenas incluídas. Por favor, echáos a un lado y dejadme pasar...

Cuando volvía de clase hace un rato me ha dado por pensar en el coche. Hace ya casi un mes que me llevé el chasco, pero parece que fue ayer. Este último mes se me ha hecho, se me está haciendo, eterno. Tengo la sensación de que todo se ha parado, de que los días se estiran como si fueran de chicle y en verdad sólo han pasado dos o tres. Es una sensación muy extraña.

Sí, casi ha pasado un mes ya. Durante estos últimos días estoy haciendo propósito de enmienda. De verdad. Cada mañana, después de levantarme, hablo conmigo mismo y me trato de convencer de que hay que pasar página. Salió mal, sí. Qué mala suerte, era una gran chica. Pero pasemos a otra cosa, la vida sigue. Es lo que la gente normal hace, ¿no? Ése es el planteamiento que hace una mente sana que quiere seguir estándolo. Y yo me pregunto, partiendo de la base de que estoy medianamente cuerdo, ¿y por qué a mí no me sale? ¿por qué no sé hacer que la vida siga?

No sé la respuesta, la verdad. Solo sé que cuando la veo entrar por la puerta me quedo sin defensas, las murallas que me construí durante el día ceden sin oponer resistencia. Y entonces hablamos, y ella ríe por alguna tontería que le digo, y en su risa yo me veo caer. Y caigo, por enésima vez. Con su forma de ser me desarma irremisiblemente, creo que nunca me haré inmune a ella. De hecho, pese a que se está convirtiendo un mi pequeña gran tortura praticular, no quiero que eso pase. En esos momentos, por unos minutos, me siento vivo. Creo que lo que en el fondo me deprime es ser consciente de que ese instante es tan breve... que en un suspiro desaparecerá otra vez. Que no está a mi alcance. Que, luego, todo volverá a ser tan gris como siempre.

En el momento de escribir estas líneas escucho 'Vine del norte', de mi admirado Ismael Serrano. Una de esas canciones que hace años que me acompaña y reconforta. No he podido evitar tomar parte de una de sus estrofas como título :

Vine del norte buscando una canción y una cruz,
y allí se cruzó un cometa, y en su estela estabas tú.
En Madrid seguiría lloviendo, triste como lo dejé,
y en Santiago con tus luces y su noviembre me quemé.
...(+)

No sé qué o quién la puso en mi camino, pero le maldigo y le bendigo por igual. Le maldigo porque esto me está haciendo perder la cabeza. Y, sin embargo, le bendigo porque, por primera vez en mucho tiempo, me siento capaz de llegar a perderla. Resulta que, como casi siempre, Antonio tenía razón al final de su suicidio emocional. En fin, sea quien fuere, gracias. Gracias por ponerla en mi camino, por hacer que el cometa se cruzara, por hacer que en su estela estuviera ella...
Ismael Serrano - Vine del norte

miércoles, 11 de marzo de 2009

Run, baby, run

La última semana ha estado llena de altibajos. Días en los que me he encontrado más animado se han alternado con otros en los que no pude levantar la vista del suelo. Hoy había empezado realmente mal, pero al final se ha arreglado un poco.

Básicamente, el problema era que, desde que le dije lo que sentía, no volví a verla por clase. Al principio pensé que tendría trabajo y no le quise dar importancia. Pero ella siguió faltando, y yo empecé a elucubrar teorías sobre ello, ninguna de ellas buena. La que más me preocupaba era que se sintiera incómoda por lo que pasó y hubiera decidido abandonar el curso para evitarse tener que coincidir conmigo.

De todas las opciones, ésa es la que me resultaba más aterradora. Por dejar de ver lo único que en estos momentos me da algo de vida. Pero también por remordimiento. No soportaría saber que lo que le dije me convierte en un ser abominable a sus ojos. Saber que prefiere dejar algo que le gusta con tal de evitar verme. No soportaría causarle perjuicio alguno, sabe Dios que es lo último que quiero en este mundo.

Ayer decidí tomar cartas en el asunto; de perdidos al río. Le envié un mail preguntándole que tal estaba. Puede parecer algo nimio, tonto e incluso infantil. Pero sin saber de que humor puede estar la otra parte... la verdad es que tenía miedo. De que no me contestara, o de que me enviara al infierno. De que se lo tomara como que sigo insistiendo. No te preocupes, quedó todo claro como el agua.

Afortunadamente, esta tarde al llegar del trabajo me he encontrado su respuesta en la bandeja de entrada. Sólo he necesitado leer el 'Holaaaa!' de la cabecera para respirar aliviado. Con su buen humor de siempre, me ha explicado que el problema era de trabajo, pero que ya está arreglado y que nos vemos el jueves. 'Nos vemos el jueves'; pese a no ser mi mejor época, al final resulta que no es tan difícil hacerme sonreír.

Ahora me toca afrontar la segunda fase en mi via crucis particular. Sé que nunca será para mí, pero no quiero dejar de verla. Es muy jodido, la verdad. No quiero que se sienta incómoda, así que toca fingir que no pasa nada. Pero sí que pasa: me ha dejado marca. Y eso no se olvida así como así.

La tienes sentada al lado y la oyes hablarte. Pero no la estás escuchando, en lo único que piensas es en que darías lo que fuera por poder acariciar su pelo, por poder abrazarla y sentir su cuerpo pegado al tuyo. Por poder besarla, por poder escuchar un 'te quiero' salir de su boca. Un te quiero dirigido a ti, no al otro. Se cumple el tópico ese de que 'todas las que merecen la pena ya están pilladas'. Nunca lamenté tanto que el refranero sea la expresión oral de lo que los viejos siempre han sabido por eso, por el simple hecho de ser viejos...

Quizás sea que lo estoy haciendo mal. A lo mejor lo que debería hacer es salir corriendo. Como decía hace algunos años Sheryl Crow, con su voz rasgada que tanto me gusta: Run, baby, run...
Huir de lo conocido para caer en el dulce abrazo de lo extraño. Del anonimato. De los condicionantes en los que, sin darse cuenta, los que te quieren te encorsetan. Puede parecer contradictorio pero, a ratos, creo que lo entiendo.

Leedla entera si tenéis unos minutos, merece la pena: She was born in November 1963, the day Aldous Huxley died...

domingo, 8 de marzo de 2009

Dulces sueños

Últimamente lo único de provecho que hago es dormir. La mayoría de mi tiempo libre lo dedico a eso. Es lo único que de verdad me apetece. Llego a casa del trabajo, mato la tarde como buenamente puedo, y a cenar temprano. Y luego, a la cama.

Es curioso el tema del sueño. Yo generalmente dormía poco; era de acostarme de las doce y media en adelante, cada día. Por norma. Teniendo en cuenta que me levanto a las 7 para ir a trabajar, se puede decir que dormía muy poco. Digo que es curioso porque ahora, pese a dormir muchas más horas que antes, tengo, si cabe, aún más sueño durante el día.

Creo que el sueño es uno de esos procesos retroalimentados, que contra más duermes más ganas de seguir durmiendo tienes. Al menos, eso me pasa a mí. Quizás sea porque, mientras duermo, soy capaz de calmar mi angustia, de experimentar cierta paz. Paz que mientras estoy consciente no consigo tener. Seguramente por eso ahora duermo tanto. O quizás sea porque, mientras duermo, sueño.

Algunas veces son sueños agónicos, de esos que hacen que te despiertes en mitad de la noche con el corazón a mil por hora. Otras veces son sueños raros, en los que mezclas realidad y ficción y, cuando te levantas, no tienes claro si ha pasado realmente o no. Y otras, las menos, son sueños agradables. Momentos que tu subconsciente ha decidido regalarte, a modo de homenaje. O quizás como válvula de escape, para evitar que revientes. Al fin y al cabo, el subconsciente también es parte de tu cuerpo, cuyo fin máximo es la supervivencia. Los sueños quizás sean al alma lo que la fiebre al organismo, una forma de purgar, de luchar contra lo que nos enferma.

Esos sueños, los buenos, son en los que vives la vida que siempre deseaste, sueños en los que eres feliz. En mi caso, ese sueño no tiene nada que ver con grandes casas, montañas de dinero ni nada por el estilo. Es mucho más simple que eso. Supongo que es lo que la mayoría de la gente en el fondo anhela. Yo siempre soñé con encontrar a alguien con quien compartir la vida y formar mi propia familia. Tener hijos, verlos crecer y labrarse su propio camino hacia la felicidad y, un día lejano, morir de viejo abrazado a la misma mujer que muchos años atrás decidió dejarme quererla.

Yo siempre me he dejado el alma en todos los proyectos que he emprendido. De más joven, estudiando. Luego, trabajando. Con la gente que quiero, siempre. Sin dudarlo. Las cosas las haría mejor o peor, pero nadie podrá recriminarme nunca que no me esforzara ni me implicara al máximo en lo que hacía en cada momento. Quizás sea por la, ahora lo veo claro, estúpida moralidad que desde pequeño me han inculcado en casa. Las cosas hay que ganárselas a base de esfuerzo, no caen del cielo. De lo que siembres recogerás. Trata a los demás como quieras que te traten. Y un largo etcétera de sandeces similares.

A medida que me hago mayor, me doy cuenta de que esas frases, grabadas a fuego en mi subconsciente, son palabras sin valor en un mundo que va demasiado rápido. Realmente, no hace falta esforzarse tanto para conseguir lo que uno desea en la vida. No es necesario que siembres nada, puedes arrasar con la cosecha del vecino. Trata a los demás como mejor se ajuste a tus necesidades en cada momento; no te preocupes de los daños colaterales. Son sólo eso, colaterales.

Es esta estúpida convicción de que tus buenas acciones serán recompensadas por un ente cósmico, llámalo Dios, providencia, karma o como quieras, lo que creo que me está matando. Lentamente, día a día, pero me está destruyendo por dentro. Toda la vida he intentado hacer las cosas conforme a esta filosofía. Intentar hacer del mundo un sitio mejor. Lo puedes hacer luchando contra la caza de ballenas o el cambio climático, pero también en los pequeños gestos del día a día: siendo amable con la gente que te rodea, comprensivo con los fallos de los demás y tolerante con sus defectos, pues seguro que tú también los tienes. Preocupándote por la gente que quieres y demostrándoles tu cariño cuando sabes que lo necesitan. Y cuando no, también.

Yo he cumplido mi parte, pero nunca he visto el premio prometido. Una posibilidad de ser feliz, sólo una. Que por una puta vez en la vida, la moneda caiga de cara. Prometo no desaprovecharla. Prometo agarrarme como a un clavo ardiendo. Prometo cuidarla como el tesoro que es.

Sin embargo, pasan los años y no llega. Lo que sí que he visto en todos esto años es una gran cantidad de alimañas triunfar, en todos las facetas de la vida, mientras otra mucha buena gente ha quedado por el camino. Sueños e ilusiones caídas en el olvido de mucha gente por la que pondrías la mano en el fuego sin miedo ninguno a quemarte.

Al final te das cuenta de que todo era mentira, que has vivido en un engaño toda tu vida. Te acabas de despertar de un sueño de 29 años. Te despiertas y te das cuenta de que el mundo es hostil, áspero. De que la vida duele. Te sientes perdido, desorientado, te preguntas ¿y ahora qué? Pero no sabes qué responderte.

Por eso creo que duermo tanto últimamente. Porque mientras duermo, me olvido de este mundo en el que no consigo hallar mi sitio. Y encuentro algo de paz. Y, a veces, sueño que las cosas son diferentes.

Hora de irse a dormir. Que tengáis todos dulces sueños.
Los Planetas - Dulces sueños