lunes, 6 de julio de 2009

De viaje

...no por galaxias infinitas hacia el Sol, pero casi. Ha sido un gran viaje, tanto por el formato como por lo mucho que me ha gustado. Sin embargo, no ha sido el viaje, con mayúsculas, que debía cambiarlo todo y catalizar el proceso de construcción de un nuevo yo. De hecho, no ha cambiado nada. Si acaso, quizás haya vuelto con la mente algo más abierta, aunque sólo para algunas cosas. A lo mejor es que no me fui lo suficientemente lejos...

Pues no, nada ha cambiado. Vuelvo un poco más moreno, con algo más de mundo a las espaldas, pero en esencia vuelvo como me fui. Igual de inseguro, igual de insatisfecho. Igual. De hecho, nada cambia así como así. Ya soy grandecito y debería haberlo sabido; sin embargo, tenía la esperanza de que por una vez mi ficción superase a la realidad. No fue así.

En fin, seguiré luchando contra la maldita realidad, que se empeña en encorsetarme dentro de su estúpida lógica, a base de sueños e imaginación. No creo poder ganar, pero soy tozudo y opondré feroz resitencia. Probablemente será inútil, como siempre antes lo fue, pero al menos que no se diga que no lo intenté. Intentarlo, la eterna cantinela de los que siempre llegamos fuera de las medallas...

Y bueno, puestos a imaginar, qué podría ser mejor...?

Los Planetas - De viaje

sábado, 13 de junio de 2009

San Antonio

Hoy, 13 de junio, es San Antonio (de Padua). Hoy hace un mes y un día que otro gran Antonio murió. Me pareció un buen momento para dedicar unos minutos a recordarle. Aventurero, romántico señor...

Al partir dejó a su amada el corazón
Y sin él en la batalla sin piedad luchó

Ira del infierno, el enemigo le llamó
Pero él, aventurero,
Romántico señor
Mas allá de las montañas se perdió
Y tan sólo su mascota le siguió
Y un ejército venció el último bastión

Aventurero, romántico señor

San Antonio Junio 13 ya llegó
Esta noche ladra un perro, llama una voz
Late un corazón sin dueño
Nunca lo encontró
Nunca lo encontró

Sin dolor, pensó en la tierra que dejó
Entre el barro y las estrellas decoró su mansión
Ante el espejo su cara le asustó
A una lagrima reseca se aferró
Dejó pasar el tiempo hasta acabar la contienda,
luego en busca de su corazón partió

Mas allá de las montañas se perdió
Hoy su sombra deambula sin dirección
Solo algunos recuerdan cómo sucedió
Aventurero,
Romántico señor
San Antonio Junio 13 ya llegó

Esta noche ladra un perro, llama una voz
Late un corazón sin dueño
Nunca lo encontró
Nunca lo encontró

San Antonio junio 13 ya llegó...

Mas allá de las montañas se perdió...

martes, 26 de mayo de 2009

Te inventaré cada mañana

Hoy ha sido un día agridulce. He pasado un rato maravilloso con ella, probablemente el último en algunos meses. Ahora que cada uno se ha ido a su casa es cuando viene el bajón. La ecuación es simple, y a mí me falta la x. Mi x, la que despeja todas mis incógnitas. La que hace que los números cuadren, que todo cobre sentido. Dios, no quiero ni pensar que esto va a ser así durante todo el verano...

Nunca me ha gustado el verano. Demasiado calor, demasiadas horas libres para darle vueltas a la cabeza. Para imaginar otras caras y otros lugares, para pensar tonterías. Y en ese duermevela de la media tarde, atolondrado por el calor y el sopor de después de comer, incluso llegar a delirar...

...
Y en mi delirio arrastraré todas las cosas buenas
Hasta fundirlas en papel y hacer que den la vuelta
Y enroscarte en una idea hasta verte agua
...(+)

No, no me gusta el verano. Días demasiado largos, demasiadas horas para estar solo. Demasiadas horas para pensar en qué estarás haciendo. Demasiadas horas para imaginarte a mi lado...

...
Te inventaré
Te inventaré en cualquier mirada
Cualquier gesto
Cualquier cama…
Te inventaré cada mañana…

Iván Ferreiro - Mi furia paranoica

sábado, 23 de mayo de 2009

Carita sonriente

Me hizo mucha gracia el otro día, cuando ella me contestó un mensaje que le envié por Facebook e intentó incrustar en su respuesta el típico emoticono sonriente del messenger. "Es que no encuentro nada parecido en Facebook" -dijo- "así que te lo escribo entero (carita sonriente)".

Leo y releo su respuesta, como quien contempla un tesoro. Un trocito de ella viene en esas pocas palabras, a modo de magnífico regalo. No puedo evitar sonreír cuando leo su 'carita sonriente'. Ni dejar de pensar en su carita sonriente, la de verdad. Carita sonriente. Así es como la describiría si alguien me lo preguntara. La maravillosa chica de la carita sonriente.

La chica de la carita sonriente, la misma que se ha metido tan dentro de mí que no sé cómo sacarla. La que coloniza mis sueños noche sí noche también. El último me gusta especialmente. En él, apareces con mi futura ahijada, que está aún por nacer. Tú riendo y jugando con ella, recién nacida, y yo, embobado, mirándoos a las dos. Nada me gustaría más que verlo hecho realidad...
Nadie más afortunado
que quien se ha rendido a tu amistad
Y al murmullo de tus manos
que siempre he de mimar
Apoyado en la ventana
Tapizada en noche y luna me dormí
Regresé a mi fantasía
donde te vi reír

Antonio Vega - Murmullo de tus manos

sábado, 16 de mayo de 2009

Buen viaje, Maestro

Desde el pasado martes, el mundo es un sitio un poquito peor. Ese día, a media mañana, me llegó al móvil un mensaje de un amigo, escueto pero desolador: "Se ha muerto Antonio Vega. Larga vida a la música". Antonio Vega, mi admiradísimo Antonio Vega, se nos había ido pocas horas antes, víctima de un cáncer de pulmón. Se fue tal cómo vivió, de forma sencilla, sin hacer ruido, sin levantar nunca la voz.

La verdad es que la noticia me dejó helado. Sabía que llevaba algunos días ingresado en un hospital, pero no pensaba que estuviera tan grave. De hecho, las noticias hablaban de una pneumonía de la que parecía mejorar poquito a poco. Pronto, se nos ha ido demasiado pronto, con tan sólo 51 años y con muchas cosas aún en el tintero que el cáncer, siempre el maldito cáncer, no le dejó sacar a la luz.

El que me conozca, podrá imaginarse cómo me he sentido estos días. No hay palabras que puedan describir la sensación de tristeza, de desemparo y vacío que me ha quedado dentro. Ese sentimiento de ¿y ahora qué? y la desazón de no saber la respuesta. La sensación de haber quedado, en parte, huérfano. Se ha ido y consigo se ha llevado un trocito de cada uno de nosotros. En verdad, ese trocito se lo ganó con creces en vida, pues durante muchos años fue él el que nos dio. Nos dio inmensas descargas de belleza y sentimiento. Nos dio la capacidad de conseguir estremecernos al escucharle, al contar con sus versos de poeta melancólico lo que sentíamos por dentro pero no sabíamos expresar con palabras; al crear melodías mágicas capaces de transportarnos a lugares mejores. La cuestión es que ahí está el hueco, y uno ahora no sabe bien con qué taparlo.

Queda el consuelo de que no se va sólo. Para el viaje se lleva consigo todo el cariño y afecto de la legión de admiradores que tenía. No es una exageración. Basta leer los comentarios que hace la gente en cada una de las noticias que aparecen sobre él en internet. Todos, absolutamente todos, son mensajes de cariño, de pesar por quién se ha ido y por todo lo que nos perderemos con su ausencia. Basta ver la larga cola de personas que se formó delante de su capilla ardiente para darle el último adiós. Basta ver cualquiera de sus conciertos, donde la gente se deshacía en palabras de cariño, apoyo y admiración sincera hacia él; donde todos le arropaban, le arropábamos, conscientes de lo maravilloso y frágil que era lo que teníamos ante nuestros ojos.

¿El porqué de ese cariño? Supongo que es porque con su música supo hacerse un hueco en la vida de cada uno de los que le escuchamos. Llegar adentro y quedarse por siempre jamás. Para algunos fue la canción con la que conquistaron al amor de su vida, para otros la canción con la que concibieron a alguno de sus hijos, o con la que lloraron la ausencia de algún ser querido. En mi caso, él, a través de su música, ha estado siempre presente en mi vida desde que le descubrí, hace más de 12 años ya. Presente de una forma u otra, pero siempre presente. Acompañándome en los momentos buenos, acurrucándome en los que no lo fueron tanto. Cuántas tardes habré pasado escuchando 'Lucha de gigantes', esperando a que llegaran mejores tiempos para mí, bebiendo un sorbito de esperanza con cada escucha y esbozando una pequeña sonrisa cada vez que hacía tu risa estallar.

En mi caso es por esto, porque a su manera él tiró de mí cuando más falta me hacía, por lo que se ganó un hueco bien grande en mi alma. Me siento en deuda con él, siento que me dio más de lo que le pude devolver en vida. Por eso quiero intentar resarcir mi deuda. Prometo hacer todo lo que pueda porque nadie olvide lo grande que fue y las grandes cosas que hizo. Hacer todo lo que pueda para que todos los que no lo conocían lo descubran y aprendan a saborear cada una de sus pequeñas joyas. Hacer lo posible para que las nuevas generaciones recojan nuestro testigo y sigan manteniendo viva la llama de su recuerdo. Porque él no morirá del todo mientras los que le queríamos le mantengamos vivo con nuestro recuerdo.

La foto que he colocado en la cabecera de este post me gusta especialmente. Creo que resume bien cómo era. La mirada baja, huidiza, por la timidez que siempre le caracterizó. Concentrado en su guitarra, más que un instrumento, una extensión natural de sus manos. Fiel compañera de viaje durante largos años, llenos de altibajos. Sí, así es como quiero recordarlo. Haciendo lo que mejor sabía hacer, lo que realmente le gustaba.

Llevo varias tardes ya revisando vídeos suyos colgados en Youtube. En verdad, lo llevo haciendo desde que a finales de febrero tuve la suerte de poder ir a uno de sus inmensos conciertos. Esta tarde he vuelto a hacerlo otra vez. Desde el martes, no puedo evitar estremecerme al verle tocar, al verle hacer lo que tanto le gustaba. Al ver como la gente le jalea y le lanza gritos de cariño. Los ojos rojos ya no me dejan seguir escribiendo más por hoy, así que me voy con la promesa de volver para seguir recordándole dentro de unos días. Mientras tanto, os dejo con otro de sus temas más bonitos, 'El sitio de mi recreo', en una gran versión en directo.

Donde nos llevó la imaginación
donde con los ojos cerrados
se divisan infinitos campos

Donde se creó la primera luz
germinó la semilla del cielo azul
volveré a ese lugar donde nací
...(+)

Que tengas buen viaje hacia ese Sitio, sea cuál sea, Maestro. Y gracias por todo lo que nos diste. Los que nos quedamos a este lado no te olvidaremos nunca...

lunes, 13 de abril de 2009

The Asphalt World

Hoy es uno de esos días [de mierda] en los que te levantas cruzado y todo te parece aún peor de lo que recordabas que era. Quizás sea porque hoy es el último día de unas vacaciones que, ¡oh sorpresa! he invertido en estar enfermo. O quizás no. Quizás, simple y llanamente, es que hoy es otro día [de mierda] más.

Sea como fuere, para días [de mierda] como el de hoy, nada mejor que esto. Una canción áspera para un mundo áspero, casi tanto como el asfalto del que habla.

lunes, 6 de abril de 2009

He de salir

...
Dónde fueron a parar las ganas de sobrevivir
a los tiempos más amargos que se puedan merecer
...


La estrofa anterior pertenece a 'He de salir', una de mis canciones preferidas de Carlos Goñi o, lo que es lo mismo, Revólver. Esta estrofa resume en pocas palabras como me siento en este preciso momento de mi vida. Después de una de las desilusiones más grandes que me he llevado nunca, se me acabaron, al menos momentáneamente, las fuerzas para seguir con los brazos en alto, dando guerra en este mundo que cada vez me viene más y más grande. Simplemente, me quedé sin gasolina.

Creo que fue hace unos días cuando dejé atrás la Fase Uno y entré de lleno en la Fase Dos. Después de llorar todo lo que tenía que llorar, se me acabaron las lágrimas. Así sin más. Sigo pensando en ella y anhelándola, obviamente. Esto no cambiará en muchos, muchos meses. Lo sé porque ya lo he vivido antes. Seguiré alegrándome como un idiota cuando la vea, y viniéndome abajo cuando me toque volverme a casa solo, como siempre. Falta aún más de mes y medio, pero ya empiezo a temerle al parón veraniego...

La Fase Dos, por llamarle de alguna manera, es cuando uno mismo empieza a retroalimentar el proceso, haciendo más grande la bola. Hubo un factor externo que prendió la llama y, ahora, es uno mismo el que, sin querer ni poder evitarlo, la aviva. Avivas la misma llama que te está quemando las entrañas.

La avivas pensando que quizás, si fueras de otra manera, las cosas hubieran sido muy diferentes en tu vida. Ahora, pero mucho antes también. Ser menos tímido. Tener los mismos gustos que tiene todo el mundo. Pensar menos las cosas. Tener un aspecto físico menos desagradable...
Al final, acabas pensando que, en el fondo, te mereces lo que te ha pasado. Que eres un perdedor nato y que, como tal, has tenido tu ración de destino. Cuando no te queda autoestima, todo acaba siendo culpa tuya. Eso hace que te desprecies aún más, cerrando el círculo.

La avivas pensando en el futuro. En el negro futuro que te espera. No soy capaz de imaginarme feliz dentro de unos años. Simplemente es que no me sale. Imagino una vida mediocre, la misma que llevo ahora. Y solo, como siempre he estado. La verdad es que es lo que más miedo me da, la soledad. Si es no deseada, se convierte en uno de los peores tormentos imaginables. Se te mete dentro y te corroe hasta dejarte inservible, una sombra de lo que fuiste.

La avivas, también, cuando haces balance de lo que has vivido hasta hoy. Del tiempo perdido en todas las cosas sin sentido que has hecho y que no te han aportado nada, de todas las cosas que no has hecho y que sabes que sí que te habrían llenado. De toda la gente a la que conociste y que te podrías haber ahorrado, y de toda aquélla a la que no te dejaron conocer. De que no has hecho nunca en tu vida nada que merezca realmente la pena, algo de lo que sentirte orgulloso o satisfecho. De que lo mejor ha pasado ya, pero tú no te has enterado.

Después de tantos años solo empiezo a notar seriamente la corrosión. Cada vez me cuesta más todo. Las cosas no son tan fluidas como antaño, será que la edad tampoco es la misma ya. Cuesta más levantarse cuando te caes. Cuesta más no caerse... Acabo con otra de las estrofas de la canción que da título a este post. Espero no naufragar del todo esta vez... por favor, sólo déjame salir.
...
Será sencillo verme naufragar contigo o sin ti
abre bien la puerta he de salir
...

sábado, 28 de marzo de 2009

The trick is to keep breathing

Mantener la cabeza a flote para intentar seguir vivo, y esperar a que lleguen tiempos mejores. Maybe I'll get what I want the next time around... Fácil de decir, no tanto de creer...
Garbage - The trick is to keep breathing

lunes, 23 de marzo de 2009

Tan cerca, tan lejos

Es la traducción, invertida, del título de una canción de U2: 'Stay (Faraway, so close!)'. Es una de mis canciones preferidas, y la que más me gusta de ellos. Más, incluso, que 'One', que ya es decir.
Nunca le había puesto especial interés a la letra, hasta esta noche. Ha sido una grata sorpresa comprobar que está completamente a la altura del resto.

El vídeo de la canción está basado en la película 'El cielo sobre Berlín', de Wim Wenders. Trata de unos ángeles que pueden saber lo que piensa la gente. Pueden saber sus miserias y carencias, e intentan infundirles esperanzas para que sigan adelante. Pero resulta que, vaya por Dios, uno de esos ángeles quiere experimentar lo que experimentan los mortales a los que trata de cuidar. Quiere saber lo que es sentir, tocar, amar, sufrir. Para ello no duda en renunciar a su inmortalidad. La certeza de que morirá, a cambio de la posibilidad de vivir.

If I could stay, then the night would give you up.
Stay, and the day would keep its trust.
Stay with the demons you drowned.
Stay with the spirit I found.
Stay, and the night would be enough.

A raíz de lo pasado en estos últimos tiempos, cada vez tengo más la sensación de ser uno de esos ángeles, condenados a ver las cosas desde la distancia, a no ser nunca el protagonista. Condenado a ver pasar el tiempo delante de mí, a ver como los demás lloran y ríen. Pero yo no puedo ni reír ni llorar. Sólo ser espectador.

Tenerla a tocar, pero saber que es inalcanzable.
Tan cerca, pero tan lejos.

martes, 17 de marzo de 2009

Y en su estela estabas tú

Estoy cogiendo el sano hábito de escribir cuando veo que la cosa se pone realmente fea. Hasta que empecé este blog, la alternativa era tumbarse en la cama, apagar la luz y dejar pasar el tiempo. Mala solución cuando uno tiene tantos demonios interiores en pie de guerra. Esos días acababan muy pero que muy mal. Así fue durante la Gran Depresión, y así me lució el pelo por aquella época.

Justo antes de empezar a escribir esta entrada he estado a punto de volver a las andadas. Por eso esto que leéis ahora. Digamos que éste es un post de emergencia en el blog, con luces y sirenas incluídas. Por favor, echáos a un lado y dejadme pasar...

Cuando volvía de clase hace un rato me ha dado por pensar en el coche. Hace ya casi un mes que me llevé el chasco, pero parece que fue ayer. Este último mes se me ha hecho, se me está haciendo, eterno. Tengo la sensación de que todo se ha parado, de que los días se estiran como si fueran de chicle y en verdad sólo han pasado dos o tres. Es una sensación muy extraña.

Sí, casi ha pasado un mes ya. Durante estos últimos días estoy haciendo propósito de enmienda. De verdad. Cada mañana, después de levantarme, hablo conmigo mismo y me trato de convencer de que hay que pasar página. Salió mal, sí. Qué mala suerte, era una gran chica. Pero pasemos a otra cosa, la vida sigue. Es lo que la gente normal hace, ¿no? Ése es el planteamiento que hace una mente sana que quiere seguir estándolo. Y yo me pregunto, partiendo de la base de que estoy medianamente cuerdo, ¿y por qué a mí no me sale? ¿por qué no sé hacer que la vida siga?

No sé la respuesta, la verdad. Solo sé que cuando la veo entrar por la puerta me quedo sin defensas, las murallas que me construí durante el día ceden sin oponer resistencia. Y entonces hablamos, y ella ríe por alguna tontería que le digo, y en su risa yo me veo caer. Y caigo, por enésima vez. Con su forma de ser me desarma irremisiblemente, creo que nunca me haré inmune a ella. De hecho, pese a que se está convirtiendo un mi pequeña gran tortura praticular, no quiero que eso pase. En esos momentos, por unos minutos, me siento vivo. Creo que lo que en el fondo me deprime es ser consciente de que ese instante es tan breve... que en un suspiro desaparecerá otra vez. Que no está a mi alcance. Que, luego, todo volverá a ser tan gris como siempre.

En el momento de escribir estas líneas escucho 'Vine del norte', de mi admirado Ismael Serrano. Una de esas canciones que hace años que me acompaña y reconforta. No he podido evitar tomar parte de una de sus estrofas como título :

Vine del norte buscando una canción y una cruz,
y allí se cruzó un cometa, y en su estela estabas tú.
En Madrid seguiría lloviendo, triste como lo dejé,
y en Santiago con tus luces y su noviembre me quemé.
...(+)

No sé qué o quién la puso en mi camino, pero le maldigo y le bendigo por igual. Le maldigo porque esto me está haciendo perder la cabeza. Y, sin embargo, le bendigo porque, por primera vez en mucho tiempo, me siento capaz de llegar a perderla. Resulta que, como casi siempre, Antonio tenía razón al final de su suicidio emocional. En fin, sea quien fuere, gracias. Gracias por ponerla en mi camino, por hacer que el cometa se cruzara, por hacer que en su estela estuviera ella...
Ismael Serrano - Vine del norte

miércoles, 11 de marzo de 2009

Run, baby, run

La última semana ha estado llena de altibajos. Días en los que me he encontrado más animado se han alternado con otros en los que no pude levantar la vista del suelo. Hoy había empezado realmente mal, pero al final se ha arreglado un poco.

Básicamente, el problema era que, desde que le dije lo que sentía, no volví a verla por clase. Al principio pensé que tendría trabajo y no le quise dar importancia. Pero ella siguió faltando, y yo empecé a elucubrar teorías sobre ello, ninguna de ellas buena. La que más me preocupaba era que se sintiera incómoda por lo que pasó y hubiera decidido abandonar el curso para evitarse tener que coincidir conmigo.

De todas las opciones, ésa es la que me resultaba más aterradora. Por dejar de ver lo único que en estos momentos me da algo de vida. Pero también por remordimiento. No soportaría saber que lo que le dije me convierte en un ser abominable a sus ojos. Saber que prefiere dejar algo que le gusta con tal de evitar verme. No soportaría causarle perjuicio alguno, sabe Dios que es lo último que quiero en este mundo.

Ayer decidí tomar cartas en el asunto; de perdidos al río. Le envié un mail preguntándole que tal estaba. Puede parecer algo nimio, tonto e incluso infantil. Pero sin saber de que humor puede estar la otra parte... la verdad es que tenía miedo. De que no me contestara, o de que me enviara al infierno. De que se lo tomara como que sigo insistiendo. No te preocupes, quedó todo claro como el agua.

Afortunadamente, esta tarde al llegar del trabajo me he encontrado su respuesta en la bandeja de entrada. Sólo he necesitado leer el 'Holaaaa!' de la cabecera para respirar aliviado. Con su buen humor de siempre, me ha explicado que el problema era de trabajo, pero que ya está arreglado y que nos vemos el jueves. 'Nos vemos el jueves'; pese a no ser mi mejor época, al final resulta que no es tan difícil hacerme sonreír.

Ahora me toca afrontar la segunda fase en mi via crucis particular. Sé que nunca será para mí, pero no quiero dejar de verla. Es muy jodido, la verdad. No quiero que se sienta incómoda, así que toca fingir que no pasa nada. Pero sí que pasa: me ha dejado marca. Y eso no se olvida así como así.

La tienes sentada al lado y la oyes hablarte. Pero no la estás escuchando, en lo único que piensas es en que darías lo que fuera por poder acariciar su pelo, por poder abrazarla y sentir su cuerpo pegado al tuyo. Por poder besarla, por poder escuchar un 'te quiero' salir de su boca. Un te quiero dirigido a ti, no al otro. Se cumple el tópico ese de que 'todas las que merecen la pena ya están pilladas'. Nunca lamenté tanto que el refranero sea la expresión oral de lo que los viejos siempre han sabido por eso, por el simple hecho de ser viejos...

Quizás sea que lo estoy haciendo mal. A lo mejor lo que debería hacer es salir corriendo. Como decía hace algunos años Sheryl Crow, con su voz rasgada que tanto me gusta: Run, baby, run...
Huir de lo conocido para caer en el dulce abrazo de lo extraño. Del anonimato. De los condicionantes en los que, sin darse cuenta, los que te quieren te encorsetan. Puede parecer contradictorio pero, a ratos, creo que lo entiendo.

Leedla entera si tenéis unos minutos, merece la pena: She was born in November 1963, the day Aldous Huxley died...

domingo, 8 de marzo de 2009

Dulces sueños

Últimamente lo único de provecho que hago es dormir. La mayoría de mi tiempo libre lo dedico a eso. Es lo único que de verdad me apetece. Llego a casa del trabajo, mato la tarde como buenamente puedo, y a cenar temprano. Y luego, a la cama.

Es curioso el tema del sueño. Yo generalmente dormía poco; era de acostarme de las doce y media en adelante, cada día. Por norma. Teniendo en cuenta que me levanto a las 7 para ir a trabajar, se puede decir que dormía muy poco. Digo que es curioso porque ahora, pese a dormir muchas más horas que antes, tengo, si cabe, aún más sueño durante el día.

Creo que el sueño es uno de esos procesos retroalimentados, que contra más duermes más ganas de seguir durmiendo tienes. Al menos, eso me pasa a mí. Quizás sea porque, mientras duermo, soy capaz de calmar mi angustia, de experimentar cierta paz. Paz que mientras estoy consciente no consigo tener. Seguramente por eso ahora duermo tanto. O quizás sea porque, mientras duermo, sueño.

Algunas veces son sueños agónicos, de esos que hacen que te despiertes en mitad de la noche con el corazón a mil por hora. Otras veces son sueños raros, en los que mezclas realidad y ficción y, cuando te levantas, no tienes claro si ha pasado realmente o no. Y otras, las menos, son sueños agradables. Momentos que tu subconsciente ha decidido regalarte, a modo de homenaje. O quizás como válvula de escape, para evitar que revientes. Al fin y al cabo, el subconsciente también es parte de tu cuerpo, cuyo fin máximo es la supervivencia. Los sueños quizás sean al alma lo que la fiebre al organismo, una forma de purgar, de luchar contra lo que nos enferma.

Esos sueños, los buenos, son en los que vives la vida que siempre deseaste, sueños en los que eres feliz. En mi caso, ese sueño no tiene nada que ver con grandes casas, montañas de dinero ni nada por el estilo. Es mucho más simple que eso. Supongo que es lo que la mayoría de la gente en el fondo anhela. Yo siempre soñé con encontrar a alguien con quien compartir la vida y formar mi propia familia. Tener hijos, verlos crecer y labrarse su propio camino hacia la felicidad y, un día lejano, morir de viejo abrazado a la misma mujer que muchos años atrás decidió dejarme quererla.

Yo siempre me he dejado el alma en todos los proyectos que he emprendido. De más joven, estudiando. Luego, trabajando. Con la gente que quiero, siempre. Sin dudarlo. Las cosas las haría mejor o peor, pero nadie podrá recriminarme nunca que no me esforzara ni me implicara al máximo en lo que hacía en cada momento. Quizás sea por la, ahora lo veo claro, estúpida moralidad que desde pequeño me han inculcado en casa. Las cosas hay que ganárselas a base de esfuerzo, no caen del cielo. De lo que siembres recogerás. Trata a los demás como quieras que te traten. Y un largo etcétera de sandeces similares.

A medida que me hago mayor, me doy cuenta de que esas frases, grabadas a fuego en mi subconsciente, son palabras sin valor en un mundo que va demasiado rápido. Realmente, no hace falta esforzarse tanto para conseguir lo que uno desea en la vida. No es necesario que siembres nada, puedes arrasar con la cosecha del vecino. Trata a los demás como mejor se ajuste a tus necesidades en cada momento; no te preocupes de los daños colaterales. Son sólo eso, colaterales.

Es esta estúpida convicción de que tus buenas acciones serán recompensadas por un ente cósmico, llámalo Dios, providencia, karma o como quieras, lo que creo que me está matando. Lentamente, día a día, pero me está destruyendo por dentro. Toda la vida he intentado hacer las cosas conforme a esta filosofía. Intentar hacer del mundo un sitio mejor. Lo puedes hacer luchando contra la caza de ballenas o el cambio climático, pero también en los pequeños gestos del día a día: siendo amable con la gente que te rodea, comprensivo con los fallos de los demás y tolerante con sus defectos, pues seguro que tú también los tienes. Preocupándote por la gente que quieres y demostrándoles tu cariño cuando sabes que lo necesitan. Y cuando no, también.

Yo he cumplido mi parte, pero nunca he visto el premio prometido. Una posibilidad de ser feliz, sólo una. Que por una puta vez en la vida, la moneda caiga de cara. Prometo no desaprovecharla. Prometo agarrarme como a un clavo ardiendo. Prometo cuidarla como el tesoro que es.

Sin embargo, pasan los años y no llega. Lo que sí que he visto en todos esto años es una gran cantidad de alimañas triunfar, en todos las facetas de la vida, mientras otra mucha buena gente ha quedado por el camino. Sueños e ilusiones caídas en el olvido de mucha gente por la que pondrías la mano en el fuego sin miedo ninguno a quemarte.

Al final te das cuenta de que todo era mentira, que has vivido en un engaño toda tu vida. Te acabas de despertar de un sueño de 29 años. Te despiertas y te das cuenta de que el mundo es hostil, áspero. De que la vida duele. Te sientes perdido, desorientado, te preguntas ¿y ahora qué? Pero no sabes qué responderte.

Por eso creo que duermo tanto últimamente. Porque mientras duermo, me olvido de este mundo en el que no consigo hallar mi sitio. Y encuentro algo de paz. Y, a veces, sueño que las cosas son diferentes.

Hora de irse a dormir. Que tengáis todos dulces sueños.
Los Planetas - Dulces sueños

sábado, 28 de febrero de 2009

David y Claudia

Como en 'David y Claudia' , a mí también me gustaría poder estar en su cabeza, y hacer que no mire a nadie nunca más.

La conocí hace unos meses, en clase de alemán. Un día que llegué tarde, al ir a sentarme en mi sitio, la vi en la silla de detrás mío. Llevaba un suéter verde y el pelo suelto, cosa rara en ella. Unos vivarachos ojos marrones daban luz y vida a su cara, quizás también al resto de la habitación. Sólo alcancé a dejar salir un tímido 'wow!' para mis adentros. Qué queréis, soy simple.

Al inicio de este segundo año, me encontraba un poco perdido en clase. En primero había hecho buenas migas con el grupo de gente con el que me sentaba. Especialmente con Íker y Sonia. Creo que de habernos seguido viendo podríamos haber llegado a ser buenos amigos. Sin embargo, unos lo habían dejado, otros no habían pasado de curso y el resto se había cambiado de turno. Así que las primeras semanas se me hicieron cuesta arriba, básicamente porque me encontraba sólo en medio de un montón de gente que ya hacía tiempo que se conocía. Para alguien con mi grado de timidez, ésa es una situación realmente angustiosa. No, no exagero.

Así estaban las cosas, hasta que un día ella se sentó a mi lado. Creo que nunca sabré el motivo, había muchos otros sitios libres en clase. La cuestión es que, poquito a poquito, comenzamos a hablar, cada vez más. Resultó que no sólo era realmente preciosa, sino que, por encima de todo, era un auténtico encanto. Una delicia para los sentidos el oírla hablar, oírla reír. Imposible no estremecerse al verla sonreír. Yo me sentía increíblemente cómodo a su lado. A pesar de que hacía poco tiempo que nos habíamos visto por primera vez, era cómo si nos conociésemos desde hace muchos años. Todo era espontáneo, natural. Es algo que sólo me ha pasado con un puñado de gente en toda mi vida y, desde luego, al final todos ellos han acabado siendo parte importante de mí.

De esta forma, entre charlas y risas, fue creciendo dentro de mí esa sensación tan extraña, mezcla de ilusión y optimismo exacerbado, que tan pocas veces he sentido en mi vida. Veía que por fin había encontrado lo que durante tantos años busqué. Lo tenía ahí delante, al alcance de mi mano: llevaba el pelo recogido y unos tejanos. El fruto de mis anhelos, siempre antes un ente abstracto, al fin cobraba forma.

Entonces llegó el temblor. Eso pasa cuando no puedes dormir, ni comer, ni pensar. Sólo tiemblas. Piensas en que hoy la vas a ver y tiemblas. De nervios, de emoción, de excitación, quizás también de miedo. Esa sensación va creciendo y notas que poco a poco va ocupando el total de tu vida, sacando de ella otras muchas cosas que, para ser sinceros, nunca debieron de ocupar tanto espacio dentro de ti. Hasta que se convierte en tu único pensamiento, desde que te levantas hasta que te vas a dormir. En este momento te das cuenta de que no puedes seguir así por más tiempo y decides, por una vez en la vida, ser tú el que escriba el guión.

Estar enamorado, creo yo, es lo más parecido a ir drogado que uno puede llegar a estar, sin sustancias químicas de por medio. Uno pierde la noción de las cosas del día a día, las preocupaciones banales que hace no tanto nos reconcomían desaparecen de un plumazo. Lo único que se siente es un estado de euforia permanente, de deliciosa irracionalidad. Es como si de golpe y porrazo fueras inmortal, estás por encima de todo, nada puede dañarte. Flotas en una nube, tu nube, y nada te hará bajar de ella.

Por eso, cuando despiertas del sueño, el batacazo es demoledor. Subiste a lo más alto, poquito a poco y con mucho esfuerzo, para luego caer en picado. Así, en un instante, sin red. De bruces contra el suelo. No hay metadona en el mundo que pueda calmarte, que pueda aplacar todo lo que sientes.

Así afronto los tiempos venideros. Me caí desde muy arriba, llevará tiempo volver a recomponerse. Volver a mi vida vacía de siempre, en la que cada día es como el anterior, en la que si un día decides no levantarte de la cama no pasa nada, nadie te echa de menos y el mundo sigue girando como si nada. Al final, resulta que nadie es imprescindible. Bueno, casi nadie.

De todas formas, yo por mi parte seguiré cerrando los ojos muy fuerte y así, como el mago del que habla la canción, algún día poder hacer que me quiera...
Los Planetas - David y Claudia

lunes, 23 de febrero de 2009

Grande, Antonio

Es lo primero que me viene a la cabeza cuando pienso en el concierto de Antonio. De Antonio Vega, claro. Sábado 21 de febrero, 9:30 de la noche, sala Luz de Gas, Barcelona.
Una sala bonita, de estilo clásico. Quizás un poco pequeña, pero desde luego acogedora. Llena hasta los topes (literalmente). En su interior nos hacinábamos un puñado de sus incondicionales. Los que llegamos pronto, en sillas; los que no tanto, sentados en las escaleras o de pie en los laterales de la sala. O donde fuera. Eso era lo de menos. Lo importante era estar allí. Sí, creo que importante es la palabra correcta.

Pero vayamos por partes. Antes de Antonio, Miguel Ángel. Miguel Ángel Bueno, un cantautor que intenta asomar la cabeza por donde le dejen. Y espero que lo hagan, porque las sensaciones que dejó en las tres canciones que tocó fueron más que buenas. A mí me gustó especialmente la que lleva por título 'El Círculo Polar'. Como anillo al dedo, pero eso es otra historia...

Después de Miguel Ángel, Antonio. El Maestro hizo su aparición en el escenario, ovacionado por sus fieles. Parco en palabras, al principio. Apenas un 'Hola amigos de Barcelona' y algo más que no alcanzo a recordar. Y en seguida cogió su guitarra, ajustó un poco alguna de las cuerdas y empezó. Cuando uno ve entrar a este hombre en la sala, sentarse en el taburete y empezar a ajustar cosas, no puede evitar pensar en cómo se encontrará, física y mentalmente, para afrontar esa noche. Su aspecto físico hace tiempo que dejó de ser el que a todos los que le admiramos nos gustaría. Los motivos son de sobra conocidos. Su fortaleza mental, su capacidad de seguir adelante, siempre parecen ser una incognita en un hombre que arrastra la fama de atormentado. Al fin y al cabo, se trata de ese chico triste y solitario.

Pero todas esas dudas se desvanecieron en cuestión de segundos, lo que tardó en empezar a destilar acordes de la guitarra que acomodaba en su regazo. En ese momento, todos los allí presentes fuimos conscientes de lo que nos esperaba. De la brutalidad que estábamos a punto de presenciar. De la descarga de emociones, talento y belleza que nos aguardaba. Tocó y tocó, y siguió tocando demostrando que está más vivo que nunca. Y que, además, se encuentra en un estado de gracia musical; los dioses que alguna vez le abandonaron vuelven a estar con él otra vez. Vaya que si se notó. Versiones memorables de, entre otras, 'El sitio de mi recreo', 'Tuve que correr', 'A trabajos forzados', 'Hablando de ellos', 'Lucha de gigantes', 'Elixir de juventud', 'Se dejaba llevar', 'Una décima de segundo' y 'Chica de ayer', en el primero de los bises (nos regaló otro más). A mí sólo me faltó 'Esperando nada' y 'Tesoros', dos canciones que me encantan. Pero no me puedo quejar, la verdad...

Y hablando de ellos... como he dicho más arriba, Antonio estuvo un poco parco en palabras al principio. Sólo al principio. A medida que iban pasando los minutos se fue soltando y empezando a hacer bromas con el público. Hasta que en 'Hablando de ellos' vio a un chico sentado en la primera fila del público que estaba coreando la canción y dejó de tocar... Paró, le invitó a subir y le ¡cedió el micro! El chico se defendió la mar de bien, mientras Antonio, detrás de él, le acompañaba con la guitarra. Y todo esto entre risas y un ambiente genial, que se mantuvo durante todo el concierto.

¿Y la gente? Los allí presentes, puedo decir con orgullo, estuvimos a la altura de lo que él nos ofreció. Durante todo el concierto la gente no paró de aplaudir a rabiar, de lanzarle gritos de ánimo y admiración e incluso algún que otro piropo se le escapó a alguna de las presentes. Antonio, tras varios minutos de estar el público de pie aplaudiendo, recogió y agradeció las muestras de cariño de todos los que estábamos allí con dos bises.

Sólo un piano, su guitarra y su voz. Eso fue todo lo que necesitó para emocionarnos y hacernos temblar durante una hora y cuarto que, la verdad, se nos hizo cortísima. Nos dejó con ganas de más. Al menos, yo sí quiero más.

Hasta aquí lo que dio de sí el concierto, que no fue poco. Al mismo tuve la suerte de asistir con un buen amigo, otro Antonio, que se encargó de ejemplificar lo que en el diccionario uno encuentra al buscar el mentado concepto de 'amigo'. Psicoanálisis de estar por casa, discusiones filosóficas y cervezas en un antro mal ventilado como terapia para los problemas del corazón, que no cardíacos. Sé que el dolor sigue ahí, que lo que se dice en esas conversaciones no sirve para ahuyentarlo ni para hacer que disminuya la angustia, el miedo o la frustración que pueda sentir en estos momentos. Pero, de alguna extraña manera, ayuda. Levantarse siempre cuesta menos si alguien te tiende la mano. Gracias por tener la tuya siempre tendida.

Es por todo ello que, al recordar con cariño esa noche y evocar los momentos pasados con ambos Antonios, no puedo más que gritar a quien lo quiera oír: ¡Grande, Antonio!

sábado, 21 de febrero de 2009

Lucha de gigantes

He aquí mi primera entrada en mi primer blog. Los que me conocen saben que no soy muy dado a abrirme a los demás, ni a compartir la mayoría de lo que pasa por mi cabeza o mi corazón. Quizás sea la timidez crónica que asola mi vida desde el momento en que vine a este mundo. Eso no importa. En estos momentos, cuando paso por una etapa difícil, cuando todas las ilusiones que me había hecho en los últimos meses se han venido abajo como un castillo de naipes, ahora es cuando siento la necesidad de dejarlo salir todo. Dejarlo salir para no explotar. Para intentar seguir adelante. Para no caer otra vez en el pozo. Para intentar subirme otra vez a la vida, aunque ésta se empeñe en echarme a patadas una y otra vez.

Dejarlo salir. Todo. Y que sea a través de la música. Hilo conductor y pasión de mi vida, la que me acompañó en los momentos buenos, la que siempre me ha ayudado a levantarme cuando me caía.

Los que hayáis llegado hasta aquí por casualidad, supongo que sería al buscar una canción, la que da nombre a este blog. Lucha de Gigantes, de Antonio Vega. Quizás la canción más hermosa jamás escrita. Del mejor compositor que, quizás, jamás existió.

Antonio Vega, ese hombre introvertido, de aspecto tan frágil, pero que sin embargo tanto guarda en su interior. Son muchas las canciones suyas que me hacen estremecer, por su belleza, por lo que dicen, por como lo dice. Sin embargo, hoy sólo quería compartir con alguien la hermosura de esta canción.

Lucha de gigantes
convierte,
el aire en gas natural
Un duelo salvaje
advierte,
lo cerca que ando de entrar
En un mundo descomunal
siento mi fragilidad.

Vaya pesadilla
corriendo,
con una bestia detrás
Dime que es mentira todo,
un sueño tonto y no más
Me da miedo la enormidad
donde nadie oye mi voz.

Deja de engañar
no quieras ocultar
que has pasado sin tropezar
Monstruo de papel
no sé contra quién voy
o es que acaso hay alguien más aquí?

Creo en los fantasmas terribles
de algún extraño lugar
y en mis tonterías
para hacer tu risa estallar

En un mundo descomunal
siento tu fragilidad.

Deja de engañar
no quieras ocultar
que has pasado sin tropezar
monstruo de papel
no se contra quién voy
o es que acaso hay alguien más aquí?

Deja que pasemos
sin miedo.


Una canción en la que habla de los miedos que, de una u otra clase, a todos acaban condicionándonos, de nuestros 'Monstruos de papel', y de lo grande e inhóspita que puede resultar la vida cuando la tienes que afrontar en solitario. Del miedo que da hacerlo. Y, a la vez, una puerta a la esperanza, al 'Deja que pasemos, sin miedo'. Al menos, así lo veo yo.

Me siento tan identificado con esta canción... los miedos que describe son los que yo siempre he tenido que afrontar y no siempre he podido superar. Las oportunidades perdidas, las ilusiones frustradas. Los momentos especiales. Todo eso vuelve a salir desde mi interior cada vez que la escucho. Por eso me emociona tanto esta canción. Por eso no puedo dejar de escucharla. Porque no es sólo música, son chispazos de vida, instantes en los que volver a sentirse pleno. Porque cuando escucho lo de 'Creo en los fantasmas terribles de algun extrano lugar, y en mis tonterías para hacer tu risa estallar' veo momentos de mi vida en los que miedo y amor me turbaban por igual, en los que estaba en una encrucijada y tuve que elegir. Al final la vida es eso, ¿no? una sucesión de momentos en los que hay que elegir, izquierda o derecha, sí o no. Y esos breves momentos, esas respuestas tan simples, es lo que condiciona todo lo que vendrá después, la vida que te espera. La diferencia entre ser feliz o no.

Esta noche tendré el inmenso honor de asistir a uno de sus conciertos, el primero suyo al que voy. Tengo por seguro que lloraré de emoción cuando toque esta canción. Como si volviera muchos años atrás, a cuando era niño, y las lágrimas se me escapaban porque me había caído al suelo y me había hecho trizas las rodillas. No han cambiado tanto las cosas, ahora también me he hecho daño. Sólo que esta vez con una tirita no bastará.

Dedicado a ese Ángel de Orión, la que hace unos meses me dio la vida y hace unos días me la quitó. Aunque sé que no era su intención, duele...


PD:
Aquí dejo un par de links a versiones de esta canción. El primero es un videomontaje de la versión 'original' grabada en directo en el último concierto de su andadura con Nacha Pop (no pude encontrar el vídeo original, de hecho no sé si existirá). El segundo es una versión en directo de hace unos meses donde, además de demostrar que es un virtuoso de la guitarra, consigue poner la piel de gallina con una voz entrecortada, quizás la mejor que le he escuchado nunca, que le da a la canción, si cabe, una nueva pátina de emotividad. Antonio, Grande.

http://www.metacafe.com/watch/...
http://www.youtube.com/watch?...