Desde el pasado martes, el mundo es un sitio un poquito peor. Ese día, a media mañana, me llegó al móvil un mensaje de un amigo, escueto pero desolador: "Se ha muerto Antonio Vega. Larga vida a la música". Antonio Vega, mi admiradísimo Antonio Vega, se nos había ido pocas horas antes, víctima de un cáncer de pulmón. Se fue tal cómo vivió, de forma sencilla, sin hacer ruido, sin levantar nunca la voz.
La verdad es que la noticia me dejó helado. Sabía que llevaba algunos días ingresado en un hospital, pero no pensaba que estuviera tan grave. De hecho, las noticias hablaban de una pneumonía de la que parecía mejorar poquito a poco. Pronto, se nos ha ido demasiado pronto, con tan sólo 51 años y con muchas cosas aún en el tintero que el cáncer, siempre el maldito cáncer, no le dejó sacar a la luz.
El que me conozca, podrá imaginarse cómo me he sentido estos días. No hay palabras que puedan describir la sensación de tristeza, de desemparo y vacío que me ha quedado dentro. Ese sentimiento de ¿y ahora qué? y la desazón de no saber la respuesta. La sensación de haber quedado, en parte, huérfano. Se ha ido y consigo se ha llevado un trocito de cada uno de nosotros. En verdad, ese trocito se lo ganó con creces en vida, pues durante muchos años fue él el que nos dio. Nos dio inmensas descargas de belleza y sentimiento. Nos dio la capacidad de conseguir estremecernos al escucharle, al contar con sus versos de poeta melancólico lo que sentíamos por dentro pero no sabíamos expresar con palabras; al crear melodías mágicas capaces de transportarnos a lugares mejores. La cuestión es que ahí está el hueco, y uno ahora no sabe bien con qué taparlo.
Queda el consuelo de que no se va sólo. Para el viaje se lleva consigo todo el cariño y afecto de la legión de admiradores que tenía. No es una exageración. Basta leer los comentarios que hace la gente en cada una de las noticias que aparecen sobre él en internet. Todos, absolutamente todos, son mensajes de cariño, de pesar por quién se ha ido y por todo lo que nos perderemos con su ausencia. Basta ver la larga cola de personas que se formó delante de su capilla ardiente para darle el último adiós. Basta ver cualquiera de sus conciertos, donde la gente se deshacía en palabras de cariño, apoyo y admiración sincera hacia él; donde todos le arropaban, le arropábamos, conscientes de lo maravilloso y frágil que era lo que teníamos ante nuestros ojos.
¿El porqué de ese cariño? Supongo que es porque con su música supo hacerse un hueco en la vida de cada uno de los que le escuchamos. Llegar adentro y quedarse por siempre jamás. Para algunos fue la canción con la que conquistaron al amor de su vida, para otros la canción con la que concibieron a alguno de sus hijos, o con la que lloraron la ausencia de algún ser querido. En mi caso, él, a través de su música, ha estado siempre presente en mi vida desde que le descubrí, hace más de 12 años ya. Presente de una forma u otra, pero siempre presente. Acompañándome en los momentos buenos, acurrucándome en los que no lo fueron tanto. Cuántas tardes habré pasado escuchando
'Lucha de gigantes', esperando a que llegaran mejores tiempos para mí, bebiendo un sorbito de esperanza con cada escucha y esbozando una pequeña sonrisa cada vez que
hacía tu risa estallar.
En mi caso es por esto, porque a su manera él tiró de mí cuando más falta me hacía, por lo que se ganó un hueco bien grande en mi alma. Me siento en deuda con él, siento que me dio más de lo que le pude devolver en vida. Por eso quiero intentar resarcir mi deuda. Prometo hacer todo lo que pueda porque nadie olvide lo grande que fue y las grandes cosas que hizo. Hacer todo lo que pueda para que todos los que no lo conocían lo descubran y aprendan a saborear cada una de sus pequeñas joyas. Hacer lo posible para que las nuevas generaciones recojan nuestro testigo y sigan manteniendo viva la llama de su recuerdo. Porque él no morirá del todo mientras los que le queríamos le mantengamos vivo con nuestro recuerdo.
La foto que he colocado en la cabecera de este post me gusta especialmente. Creo que resume bien cómo era. La mirada baja, huidiza, por la timidez que siempre le caracterizó. Concentrado en su guitarra, más que un instrumento, una extensión natural de sus manos. Fiel compañera de viaje durante largos años, llenos de altibajos. Sí, así es como quiero recordarlo. Haciendo lo que mejor sabía hacer, lo que realmente le gustaba.
Llevo varias tardes ya revisando vídeos suyos colgados en Youtube. En verdad, lo llevo haciendo desde que a finales de febrero tuve la suerte de poder ir a uno de sus inmensos conciertos. Esta tarde he vuelto a hacerlo otra vez. Desde el martes, no puedo evitar estremecerme al verle tocar, al verle hacer lo que tanto le gustaba. Al ver como la gente le jalea y le lanza gritos de cariño. Los ojos rojos ya no me dejan seguir escribiendo más por hoy, así que me voy con la promesa de volver para seguir recordándole dentro de unos días. Mientras tanto, os dejo con otro de sus temas más bonitos,
'El sitio de mi recreo', en una gran versión en directo.
Donde nos llevó la imaginación
donde con los ojos cerrados
se divisan infinitos campos
Donde se creó la primera luz
germinó la semilla del cielo azul
volveré a ese lugar donde nací
...(+)
Que tengas buen viaje hacia ese Sitio, sea cuál sea, Maestro. Y gracias por todo lo que nos diste. Los que nos quedamos a este lado no te olvidaremos nunca...